Ir al contenido principal

La respuesta está en la canción (y X)

Es ampliamente conocido (o debería ser) que algunas de las más grandes canciones compuestas a lo largo de la historia ni siquiera fueron incluidas en los álbumes correspondientes en su momento, bien por grabarse posteriormente a la publicación en cuestión o bien porque a sus creadores no les pareció coherente mezclarla con otras más sugerentes o apropiadas para la temática, momento o sonoridad en cuestión. Sin embargo, tal fue su importancia y tanto se demostró posteriormente la injusticia del hecho que finalmente, de un modo u otro, se les concedió la importancia que se demostraría merecían. Es el caso que nos ocupa.

En 1965, los Rolling Stones andaban enfrascados en una de sus primeras giras norteamericanas, cuando aún no eran la apisonadora que fagocitaría el blues durante la década siguiente y hacían pulcras apariciones en televisión, aptas para todos los públicos y estéticamente estudiadas en aras de una popularidad que necesitaban en su aventura transoceánica. El disco que presentaban entonces, "Out of our heads", fue la primera bomba lanzada al mercado yanqui, que sí la tenía en el tracklist como parte activa, a diferencia del británico, donde no fue lanzada ni como sencillo. Una noche de tantas en las que Keith Richards se vio atacado por el insomnio, un milagroso riff se le metió en la cabeza y fluyó hasta sus dedos mágicos para articularse en esas reconocibles notas que hoy todo aprendiz de guitarrista y aficionado más o menos implicado en el rock clásico puede definir como imperecedero. Fue en el hotel Fort Harrison, en Clearwater (Florida) donde nació el boceto que luego sería grabado en los estudios RCA de Hollywood en mayo del año indicado al principio del párrafo. Antes, Mick Jagger y su irreverente pluma lo convertirían en un canto a la frustración y la esperanza, en contra del despiadado saqueo al que se sometía entonces en el mercado norteamericano a cualquier producto que oliese a beneficio inmediato. Con "Satisfaction" había nacido un mito, aunque nadie, ni sus propios padres, lo sabían aún.

                      

Los genios, como los extremos, acaban tocándose. Y contagiándose de algún modo. A los hechos hemos de remitirnos: en 2011, casi cincuenta años después de la publicación del himno de los Stones, un gran admirador y sin embargo amigo de Keith Richards grabó, casi de tapadillo y sin que muchos lo advirtieran, una especie de respuesta -esta vez, un complemento más bien- al revolucionario tema. El título, "Satisfied", derivaba en una explosión de góspel, rock tabernario y estrofas devastadoras ("Deja que mi calavera sirva de hogar a los ratones") que aumentaba la sensación de inconformismo apuntada por sus colegas. ¿Quién había osado a prolongar a su modo la temática y la atmósfera de un tema tan venerado? Tom Waits, of course, en uno de sus discos imprescindibles del nuevo siglo, "Bad as me". No podía ser de otra manera.

Lo mejor es que en dicha ocasión fue el propio Richards quien acompañó al de Pomona en la revolucionaria melodía, si es que cabe el término en la definición de tamaña barbaridad, y que de esa forma se cerraba un círculo que los había unido no solo en el estudio, sino también en diversos escenarios, más de uno con una barra y un buen surtido de bebidas espirituosas a mano. Satisfechos y llenos de satisfacción (la redundancia es más válida que nunca), dieron pie a comparaciones siempre injustas cuando en realidad se trataba más de un doble disfrute. El ojo de uno veía lo que la vista de los otros no alcanzaba a discernir.

                     

El final de esta serie no tiene títulos de crédito ni fundidos a negro, pues la programación continúa. Habrá ocasión en estas mismas páginas de fijarse, si procede, en parecidos, prolongaciones y herencias espontáneas que las conexiones musicales establezcan de forma casual o concienzuda. Hay muchas de las que hablar aún, pero seguro que serán más las que están por venir. Responderemos por ellas y se las mostraremos a dúo, para que el juego sea más jugoso. Hasta la próxima.

         

Entradas populares de este blog

La fatalidad nos hace invisibles

El destino , nos guste o no, está ahí, cual depredador que saliva copiosamente acechando a su inocente víctima para saciar sus ansias de hacer cumplir lo irremediable, para aplacar las iras de quién sabe qué criaturas divinas que por menesteres de fundamentos establecidos para algún misterioso propósito , o bien por puro albedrío astral, se empecinan por los siglos de los siglos en llevar a cabo tales empresas para deleite o desgracia de los mortales. "Crónica de una muerte anunciada" , obra singular del recientemente desaparecido Gabriel García Márquez , es un referente claro a eso que denominamos destino, a eso tan natural y a la vez tan extraño que encierra el misterio de la vida , tan absurdo y falto de sentido que se nos acaban las hipótesis para dar con alguna respuesta que deje, por lo menos a medias, satisfecha nuestra curiosidad. Esa que siempre se conforma, dadas las circunstancias, con darse con un canto en los dientes si el acontecimiento en cuestión tiene

Arte fotografiando arte

Así es como definimos a Jose Girl, la novia de Enrique Bunbury, la que está detrás de todas sus fotos, plagándolas de efectos antiguos, dándoles una falta de color que se compensa con el que le puede dar el público. Sin duda, un trabajo que le queda genial al cantante como traje promocional.  Jose Girl es fotógrafa, nacida en Zaragoza, estudió imagen allí y en Valencia. En esta última empieza a exponer sus primeras fotografías eróticas y fetichistas. En 2004 empieza a trabajar con Bunbury, haciendo las fotos del disco  "El viaje a ninguna parte"  y desde entonces sus obras han estado básicamente enfocadas en el trabajo de su pareja. Actualmente se está rodando un documental sobre ella, titulado  " Josegirl, ritratto di una fotografa rock!" . Si pinchan en la imagen podrán acceder a su página oficial donde se recoge gran parte de su trayecto como fotógrafa. Raisa McCartney

Two of us: Un encuentro legendario

Por fin hemos encontrado (después de tanto tiempo) la mítica película "Two of us" , emitida originalmente para la televisión americana y ahora con subtítulos en español para toda la población hispanohablante. Como protagonistas tenemos a  Aidan Quinn interpretando a Paul McCartney y a Jared Harris en el papel de John Lennon . Los actores interpretan el encuentro ficticio de lo que podría haber pasado entre los dos músicos durante un encuentro real que tuvieron en abril de 1976 si se hubieran presentado en un programa llamado  Saturday Night Live que les ofrecía 3.000 dólares si se reencontraban en televisión aquella noche y tocaban tres canciones en directo  (si pinchan en la imagen de la izquierda podrán ver al presentador del show haciéndoles la oferta real).