Que todos llevamos dentro un punk y que solo sabemos de su existencia cuando se da el contexto apropiado para exteriorizar sus rasgos es algo cuyo conocimiento debería ser común a todos los mortales. El sentimiento, la actitud y el profundo rastro que dejó en la sociedad un movimiento que, más allá de circunscribirse a los círculos musicales y artísticos, conmocionó al mundo en la unión de dos décadas que unieron formas de pensar y aunaron conciencias sobre lo que debería ser el pensamiento individual respecto a una colectividad no siempre receptiva ni dispuesta a que su zona de confort fuese invadida con tan vehementes formas. Un período clave de la cultura popular en el último tramo del siglo XX que se ha visto plasmado en varias ocasiones y épocas en pantallas de mayor y menor tamaño. En esta aproximación documental los personajes hablan con conocimiento de causa por haber estado implicados de forma directa o indirecta o por seguir aún husmeando las huellas de unos pasos que pudieron conducirles a la revolución.
Lo cuenta de forma más que efectiva la directora Susan Dynner, que se tomó su tiempo para rodar en locales, hablar con miembros de bandas, sellos, seguidores y estudiosos del tema que le ayudaron a conformar un film bien surtido de información y contenido revelador sobre la escena de Washington DC, una de las principales cunas de la explosión punk antes y después de que sus ramas se extendieran y echaran raíces en New York, donde los míticos CBGB y Max's Kansas City servirían de trampolín a los aguerridos jóvenes que, sin apenas nociones, se armaban de valor cada noche para escupir sus proclamas y desnudar sus carencias sin el menor pudor. Y gracias a dios que lo hicieron.
Nacido del más puro underground, el espíritu que imbuía a quienes participaron del movimiento de uno u otro modo, las quiméricas pretensiones que llevaba implícitas provocaron que los subgéneros de los que hoy se proveen miles de jóvenes para justificar su exacerbado amor por el "do it yourself" (el poder del lema "hazlo tú mismo") hayan propiciado la proliferación de grupos que en muchos casos solo tocan dicha filosofía de soslayo pero en los cuales subyace la intención y el respeto por unos valores (sí, se trataba de eso, era una cuestión de autoafirmación), y así lo demuestran en "Punk's not dead", un título más que premonitorio con una banda sonora a la altura de las circunstancias (pueden escucharla tema a tema pinchando en la imagen de arriba). Por su metraje desfilan músicos de The Vandals, Green Day (Billie Joe Armstrong aporta su personal visión), Bad Religion, Dead Kennedys, U.K. Subs, Stiff Little Fingers, Fugazi, The Vibrators, Buzzcocks, y por supuesto los Ramones, con lo cual la pluralidad y el testimonio de primera mano están servidos. La película fue estrenada en 2007 con un gran éxito de público y buena acogida crítica y llegó a exhibirse en varios festivales, incluso tuvo cierto protagonismo en el de Cannes. Que sí, que ya está dicho: todos quisimos vivir en la era punk.