Es curioso cómo la evolución humana, en sus múltiples vías, siempre ha tenido en cuenta la estructura piramidal de una sociedad escalonada y dividida en estamentos que no siempre obedecían a diferencias reales. El pensamiento político y el sedimento cultural no debieron ser monedas de cambio con las que saldar deudas históricas que hoy se prueban más que saldadas. Y me refiero también al color de la piel, que junto a los fanatismos religiosos ha sido a lo largo del tiempo una de las causas más endebles en sí misma y a la vez más poderosa como para sembrar el odio entre semejantes y crear el caldo de cultivo ideal para el surgimiento de voces y figuras combativas que intentaran truncar los designios de la injusticia.
En los Estados Unidos, donde la segregación racial hizo estragos y provocó una guerra cruenta y clave en la posterior estructura del país, haber nacido con la piel oscura se convirtió en un estigma de por vida durante un período demasiado extenso. El 4 de abril de 1968, cuando el doctor y activista por los derechos de los negros Martin Luther King fue asesinado durante el transcurso de una marcha pacifista (paradojas del destino), otra guerra, tal vez eterna, comenzaba en otros campos de batalla. El de la cultura no sería un escenario ajeno a todas esas revueltas, y fue la música en particular la que reflejó, propagó y legó una serie de obras monumentales en su reivindicación y básicas en su objetivo de poner la banda sonora adecuada al orgullo de clase que cobraba su razón de ser a través de la personalidad y el trabajo de una serie de artistas que supieron explicar como nadie las denuncias de sus congéneres. Afortunadamente, hay miles de documentos sonoros que lo prueban, y en estas líneas además recogemos uno de carácter audiovisual que se publicó justo en el 40º aniversario de la muerte de una figura tan emblemática y en el que se resume la influencia de la lucha por los derechos civiles en el soul de la década de los 60 fundamentalmente y la relación mágica que se estableció entre sus portavoces y el pueblo al que representaban.
Dirigido por David Moreu, en esta reveladora media hora encontramos los testimonios del propio Deanie Parker, una de las grandes estrellas del sello Stax -la cuna del género, de cuyos estudios salieron algunos de sus grandes discos-, David Porter -uno de los compositores a sueldo más prestigiosos de la disquera- , Willie Mitchell -presidente de Hi Records, galardonado con un Grammy honorífico-, la viudísima Zelma Redding -ya supondrán quién fue su ilustre esposo- y, en el plano del activismo, del Reverendo Samuel Billy Kyles, una incansable figura que ejemplifica los ideales de varias generaciones. El sentimiento a pie de calle de varios personajes anónimos que fueron entrevistados en una popular barbería de Memphis, la otrora sede de la flor y nata de la música negra, añaden credibilidad a un trabajo lo suficientemente importante para que le dediquemos unos minutos. Los ideales y la razón de ser de buena parte de las canciones que nos inspiran bien lo merecen (pinchando en la imagen de arriba podrán leer un informe-guía sobre los mejores discos de la historia del soul). Después de su visionado, puede que los viejos vinilos de Al Green, Rufus Thomas, Isaac Hayes y tantos otros dioses vuelvan a girar en nuestros platos. Si es que alguna vez dejaron de hacerlo.
En los Estados Unidos, donde la segregación racial hizo estragos y provocó una guerra cruenta y clave en la posterior estructura del país, haber nacido con la piel oscura se convirtió en un estigma de por vida durante un período demasiado extenso. El 4 de abril de 1968, cuando el doctor y activista por los derechos de los negros Martin Luther King fue asesinado durante el transcurso de una marcha pacifista (paradojas del destino), otra guerra, tal vez eterna, comenzaba en otros campos de batalla. El de la cultura no sería un escenario ajeno a todas esas revueltas, y fue la música en particular la que reflejó, propagó y legó una serie de obras monumentales en su reivindicación y básicas en su objetivo de poner la banda sonora adecuada al orgullo de clase que cobraba su razón de ser a través de la personalidad y el trabajo de una serie de artistas que supieron explicar como nadie las denuncias de sus congéneres. Afortunadamente, hay miles de documentos sonoros que lo prueban, y en estas líneas además recogemos uno de carácter audiovisual que se publicó justo en el 40º aniversario de la muerte de una figura tan emblemática y en el que se resume la influencia de la lucha por los derechos civiles en el soul de la década de los 60 fundamentalmente y la relación mágica que se estableció entre sus portavoces y el pueblo al que representaban.
Dirigido por David Moreu, en esta reveladora media hora encontramos los testimonios del propio Deanie Parker, una de las grandes estrellas del sello Stax -la cuna del género, de cuyos estudios salieron algunos de sus grandes discos-, David Porter -uno de los compositores a sueldo más prestigiosos de la disquera- , Willie Mitchell -presidente de Hi Records, galardonado con un Grammy honorífico-, la viudísima Zelma Redding -ya supondrán quién fue su ilustre esposo- y, en el plano del activismo, del Reverendo Samuel Billy Kyles, una incansable figura que ejemplifica los ideales de varias generaciones. El sentimiento a pie de calle de varios personajes anónimos que fueron entrevistados en una popular barbería de Memphis, la otrora sede de la flor y nata de la música negra, añaden credibilidad a un trabajo lo suficientemente importante para que le dediquemos unos minutos. Los ideales y la razón de ser de buena parte de las canciones que nos inspiran bien lo merecen (pinchando en la imagen de arriba podrán leer un informe-guía sobre los mejores discos de la historia del soul). Después de su visionado, puede que los viejos vinilos de Al Green, Rufus Thomas, Isaac Hayes y tantos otros dioses vuelvan a girar en nuestros platos. Si es que alguna vez dejaron de hacerlo.