El 7 de
septiembre de 1936 llegaba a este mundo un chico tímido llamado Charles Hardin Holley en Lubbock
(Texas), un día normal y corriente, en medio
de campos de algodón que proveían a la ciudad de una industria floreciente a la
que el recién nacido parecía destinado. Sin embargo, cuando pasaron diez años y
su familia fue consciente de que el mozalbete le daba a la guitarra, el banjo,
el piano y el violín con similar destreza, supieron que su destino sería otro
bien diferente.
Que nuestro hombre se
convertiría en un genio de la música dan fe sus primeros movimientos, allá por
el año 1949, cuando reclutó a su compañero de instituto Bill Montgomery para
empezar a tocar por high-schools en
fiestas de estudiantes o reuniones organizadas por amigos para que los colegas
se desfogaran tocando sus instrumentos y soñando con la fama y grandeza
futuras. Tres años después, sus canciones fueron grabadas por primera vez, y en
1953 otro colega, Jack Neal, le acompañó hasta que su incipiente prestigio como
músico empezó a crecer y se vio sobrepasado por el talento y el ímpetu por
labrarse una carrera profesional de Mr. Holley (todavía sin rebautizar su nombre
artístico) y este volvió a llamar a filas a Montgomery para actuar regularmente
en iglesias, bares e incluso emisoras comerciales, donde sus servicios eran a
menudo requeridos para grabar cuñas publicitarias que de paso le servían de
promoción. El género al que
se sentía más cercano, quizás por su educación musical o el entorno rural al
que pertenecía, fue el country, de hecho se convirtió en uno de los mejores
intérpretes del género al inicio de su carrera, cuando muy pocos pensaban, tal
vez ni él mismo, que tras ver actuar en directo a Elvis Presley, iba a
abandonar los caminos más asilvestrados para entregarse de lleno y con enorme
fortuna a la causa del rock and roll. Aquel impacto visual y sonoro le hicieron
empollarse de principio a fin los discos del Rey hasta conseguir telonearlo en
1955 con su banda, antes de encontrar a los que fueron sus escuderos más
conocidos y rentables, los fantásticos The Crickets. Grabó con ellos entre 1956 y
1958, ya de vuelta en Lubbock, en una serie de fantásticos sencillos en los que
brillaban con luz propia sus amigos Jerry Allison (batería), Joe Malduin (contrabajo)
y Nikki Sullivan (guitarra
rítmica). Tras girar con ellos y transformarse en una auténtica estrella, en el
otoño de 1958 publicó su primer álbum solista y el segundo de su carrera, el
seminal “Buddy Holly”, acreditado por Coral Records.
Pocos artistas a lo largo de la historia de la música popular
protagonizaron una carrera tan prodigiosa y fulgurante. En apenas dos años en
el negocio había conseguido ser el número uno absoluto en las listas más
importantes de USA y el Reino Unido y logró codearse sin complejo alguno con otros
pioneros del rock, Elvis aparte –que acabó dudando de quién apadrinaba a quién-
como Chuck Berry, Fats Domino o Little Richard, oficialmente mucho más
espectaculares o vistosos en escena pero probablemente no tan brillantes,
aunque esta es una afirmación perfectamente dudosa, teniendo en cuenta que
Buddy (apodado así por su familia y allegados, por lo que decidió adoptar ese
nombre como válido para su carrera), falleció con sólo 23 años, dejando abierto
para siempre el debate sobre su futura aportación artística. De lo que no cabe
duda es de su automática transformación en mito después de que el 2 de febrero
de 1959, tras un concierto en Clear Lake, decidiera alquilar una avioneta que
cubriera el trayecto hasta la siguiente parada de la gira en Moorhead
(Minnessota), en donde al día siguiente debía tocar junto a sus compañeros Richie
Valens y The Big Bopper, embarcados junto a él en la gira Winter Dance Party que les llevaría a actuar en veinticuatro
ciudades durante sólo tres semanas, de ahí la urgencia por el traslado en tan
fatídica fecha. Un campo de maíz, en pleno estado de Iowa, fue testigo mudo y trágico
del accidente que dejaría en el camino a tres jovencísimas y aún incipientes
estrellas que hoy y siempre serán recordadas como la primera ola del rock and
roll, la llamada “clase del 55” (el propio Valens habría cumplido 70 años en
2011).
Los
homenajes serán perpetuos, el más reciente de ellos coincidiendo con la fecha de su nacimiento, llamado “Listen to me”, donde se suman al homenaje Jackson
Browne, Brian
Wilson, Stevie Nicks, Ringo Starr, Zooey Deschanel, Pat
Monahan o Lyle Lovett, entre otros (pueden escucharlo en spotify pinchando en la imagen). En la película de 1978 "The Buddy Holly story" que pueden ver abajo, un gran Gary Busey se transforma con acierto en el músico con las gafas más famosas del rock, y años después, el cantante folk Don McLean le dedicaba el tema más importante de su carrera, el inmortal “American pie” con estos desolados versos: "Febrero me hizo temblar con cada periódico que repartí, malas noticias en las puertas, no pude dar ni un paso más. No puedo recordar si lloré cuando leí a la novia ya viuda, pero algo me tocó profundamente dentro el día que la música murió".
JJ Stone