"El amor se esconde en la calle"... Con esta frase, extraida de una de las mejores canciones de los añorados 091, podríamos definir las imágenes que desde 2006 ha ido capturando, creando, coleccionando e incorporando a su rincón cibernético uno de los fotógrafos relacionados con el mundo de la moda más peculiares, prolíficos y polémicos que ha dado el siglo XX. Scott Schuman, norteamericano del 68, no sólo trajo a la moda y a sus modelos una mirada diferente, sino que trabajó para algunas de las primeras marcas y revistas especializadas durante casi una veintena de años, cosechando palabras de alabanza y enconadas opiniones acerca de su hipotética valía como artista. A fin de cuentas, a través de su objetivo no surge nada inesperado, sino la cotidianeidad hecha belleza, la poesía de la calle, la distinción de lo fugaz.
El secreto de su éxito y de las multitudinarias visitas a su blog, que se acerca al millón y medio de ingresos anuales, está en el aprovechamiento máximo del tiempo, apenas unos segundos, para crear una obra en la que se aunan originalidad y fascinación. La misma que sienten las espontáneas modelos (también hay retratos masculinos, que nadie se sienta marginado) cada vez que el fotógrafo juzga su look digno de figurar en el "estilo callejero" del que ha hecho su inconfundible libro de estilo, adoptado como una especie de réplica al glamour muchas veces encorsetado de las sesiones para las publicaciones dedicadas al mundo de la moda, del que es un profundo conocedor. En el vídeo vemos una pequeña entrevista en la que habla de su modus operandi.
Los rincones más insospechados de Milán, Nueva York o París son el escenario habitual de sus arbitrarios disparos, y los zapatos, sombreros, complementos e indumentarias con cierto punto de excentricidad reciben encantados el foco que luego los hará inmortales en "The Sartorialist", el citado sitio que cualquier internauta curioso puede visitar si pincha en la imagen de arriba (una gótica de Chanel posando para el autor en una calle de París). E igual alguno se pone del lado de sus detractores, que afirman que sus últimas exposiciones carecen de la chispa de antaño, al haber convertido cada instantánea en una porción editada de la realidad que antes se mostraba en todo su esplendor (el exceso de maquillaje, el tufo a oportuno estilismo y la localización, a menudo desenfocada, pueden contribuir a dicha opinión). En cualquier caso, nadie dudará de la audacia de este empresario que ha logrado que mucha gente salga de casa dispuesta a distinguirse de los demás a base de figurar en un hipotético ejército de la imagen: el street syle. Un tipo llamado Scott puede acechar en cualquier esquina.
JJ Stone