En 1828 nace en Nantes uno de los más grandes escritores del
siglo XX, hijo de un reputado abogado parisiense y una acaudalada dama de la
alta sociedad de la época. Desde pequeño su gran pasión y casi obsesión fue el
mar, tal vez por influencia de su hermano Paul Verne, un experto navegante y
hombre de negocios que significó una gran fuente de conocimientos para el
inquieto Julio, que ya en su madurez trasladó su residencia a un pequeño pueblo
pesquero con tal de no perder de vista su adorado entorno oceánico. Desde muy
joven, tras darse cuenta de que los esfuerzos paternos para que continuara los
estudios de Derecho no darían fruto alguno, comenzó a empaparse de forma ávida
e insaciable de cuantos manuales de bitácora, airtmética, geometría, física y
todo aquello que tuviera algo que ver con la navegación que pudieran caer en
sus manos, y a pasar largos períodos de tiempo encerrado en su despacho
devorando libros y tomando apuntes que, a su muerte, hicieron que se
descubrieran más de 25.000 fichas redactadas de su puño y letra que hoy podrían
servir como perfecta guía para científicos de todo tipo. Su frustración
amorosa, pues estaba perdidamente enamorado de su prima desde pequeño, le llevó
también a refugiarse en su biblioteca y a imaginar mundos remotos y viajes
imposibles con los que se enfrentaba a su a menudo duro día a día. Aquí pueden
escuchar un interesante programa con el que se acercarán a sus misterios.
Con su traslado a París, fue una de las figuras literarias
más importantes y respetadas de aquel tiempo, habitual de los círculos más
eruditos y confidente y amigo de personalidades como Alejandro Dumas, autor de “Los tres mosqueteros” entre otras obras
inmortales. Al final de su vida, casado con una caprichosa mujer a la que nunca
amó y decepcionado por las continuas disputas con su hijo, se puede apreciar su
desencanto con la sociedad que le tocó vivir en algunas obras como “El faro del fin del mundo”, escrita
justo antes de su decadencia física, pues empezaba a padecer una progresiva
ceguera y el famoso “mal del escritor” que le impedía mover las manos con
normalidad. Finalmente, muere en su casa de Amiens en 1905. Atrás dejaba un
prestigio indiscutible y su reconocimiento como el inspirador de muchísimas
obras que a su muerte seguían los patrones diseñados por su pluma. “Cinco semanas en globo”, “Viaje al centro de la tierra”, “20.000 leguas de viaje submarino”, “La vuelta al mundo en 80 días” o “Miguel Strogoff” son algunas de sus
cumbres literarias. También les dejo una de las mejores adaptaciones cinematográficas que se hicieron de sus páginas, la que Richard Fleischer dirigió y James Mason y Kirk Douglas protagonizaron en 1954... Cuando el mundo esté preparado, gozará de estos descubrimientos.
JJ Stone