El cine entraña pequeños misterios, y no sólo los que rodean a las grandes estrellas de Hollywood o a esas pequeñas y desconocidas filmografías envueltas en leyendas o historias míticas. Hay tanto por descubrir aún que casi se nos pasa por alto que aquí, en un país tan maltratado culturalmente durante tantos años (y si me apuran, aún hoy) también han existido y existen esos tesoros ocultos que alguien, de vez en cuando, se aventura a desenterrar e incluso a mostrar a través de la televisión o alguna oscura sala a la que acuden los pocos que siguen teniendo la curiosidad suficiente por desentrañar los recovecos de esas películas que todo el mundo cita como imprescindibles pero que nunca llegaron a ser éxito de taquilla. En este caso, les hablo de un cineasta que sólo pudo demostrar su enorme talento en una ocasión: fue en 1980 cuando Iván Zulueta se atrevió a rodar este, en principio, "experimento incomprensible", que no era otra cosa que una acertada reflexión sobre el creador y su obra, involucrando el submundo de las drogas, una incontrolable historia de amor y unos personajes vampíricos en un ambiente gótico y claramente underground, dejando claro que por aquella época los narradores con una visión tan al límite como la suya no eran bien recibidos ni mucho menos comprendidos. Con soberbias interpretaciones de Eusebio Poncela, Cecilia Roth y el actor fetiche del momento, Will More, un guión enigmático y maldito nos envuelve hasta el final. Muchos se preguntarán todavía de qué va realmente esta película, y probablemente nadie sabría responderles. Incluso su director, fallecido en 2009, alimentó el mito con su retiro definitivo del cine tras haber rodado un único y genial arrebato.
Al final de su visionado, cada uno sacará sus propias conclusiones. Puede que les ayude el documental que sobre la trayectoria de su director pueden ver pinchando en el cartel, donde su vida es recordada por un buen puñado de amigos y compañeros que admiran, como nosotros, este hito en la historia de nuestro cine.
JJ Stone