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Whiplash


Voy a ver "Whiplash". En este post intentaré transmitir los hechos que me han llevado a atreverme con el filme sin otra intención que contagiar a otras almas incautas.

Será justo y necesario enchufarse el tráiler después de la contemplación del cartelazo que sirve como cabecera de este post.


                                         

He descubierto esta peli en el cartel de un videoclub. Sí. Recuerda, esos lugares donde alquilan pelis y que ciertamente han venido a menos desde que podemos disfrutar de banda ancha en nuestros domicilios. Es necesario reconocer que estos negocios han tenido una gran repercusión en lo que viene siendo nuestra cultura cinematográfica, encargándose de ser algo más que servidores de intercambio y ofreciéndonos productos que de otra manera nunca habrían aterrizado en nuestros reproductores. Es esa función la que ha liberado de la obsolescencia a los pocos que quedan. Todavía existen intrépidos cinéfilos que, desde su mostrador y sin más remedio, siguen intentando alumbrar nuestro camino a la hora de seleccionar futuras obsesiones cinematográficas.

No deberíamos perder esa ilusión. Era ciertamente mágico ese momento durante la visita al videoclub en el que debíamos decidir de forma responsable la cinta que poco después sería insertada en el reproductor. A la hora programada. En su momento. De forma ceremoniosa. Mañana ya sería tarde y la cinta tendría que ser devuelta sin más remedio. Ahora todo es arrolladoramente aséptico a tiro de botonazo en el ratón. Dejando de lado la nostalgia, debo apuntar que además del cartelazo de promoción lo que llamó mi atención de forma definitiva fue el título: “Whiplash”. Como saben, coincide con el nombre del sexto tema del "Kill ‘em all” de Metallica. Superdisco y supercopla. Se puede traducir como “latigazo”, aludiendo a nuestro compulsivo movimiento de cabeza mientras disfrutamos de la tralla inmisericorde que pueden desembocar estos mamonazos.

Volviendo al cartel, es necesario incidir en que se puede observar a un baterista dando caña. Eso aumenta nuestro interés augurando un filme que (por un lado) podría tener a la música como protagonista principal y en el que (por otro lado) probablemente podríamos adentrarnos en el universo de los bateristas, esos elementos tan inevitablemente imprescindibles para la música como tan injustamente relegados (en ocasiones) al background de la escena. Puede ser en el terreno del jazz donde con más diferencia se puede notar la importancia del "tío de las baquetas”. Es en este género donde desembocan los mayores virtuosos del instrumento y donde su nombre puede brillar con similar intensidad a la que disfrutan los frontmen.

Bueno, si alguien ha llegado hasta aquí y se ha atrevido a ver el tráiler, ya sabrá que este filme ha obtenido un “güevo" de distinciones y premios (entre ellos algunos Oscars, ya deberíamos haberlo sabido). Mejor. No pasa nada, mientras sean obviados hasta el final de nuestra degustación, donde podremos ofrecer nuestro personal veredicto. 

Finalmente, parece que debemos estar preparados para una de esas pelis en las que se cuestiona la importancia del esfuerzo y la dedicación a la hora de dominar una determinada aptitud, sobre el SACRIFICIO con mayúsculas como única puerta hacia el virtuosismo, sobre aquellos que intentan cumplir sus sueños a toda costa aunque sea en almas ajenas. Por nuestra parte estaremos de acuerdo en que, por muy guapa que esté la peli, nunca merecerá la pena reflejar nuestros fracasos sobre otros y en el hecho de destacar la improvisación sobre la técnica, por mucho que envidiemos a los virtuosos. Debe ser justo eso, esa envidia hacia los que pueden llevar la música y su instrumento hasta nuevos límites, lo que nos impulse a ver esta peli sin más remedio.


Eso, y que el cartel de la peli en cuestión venía sirviendo para ocultar la caja del ampli que me regalaron el día de mi cumple en ese "peaso" de fiesta sorpresa. A veces todo es tan fácil que da hasta miedo. Que lo sepas.

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