A las familias
podríamos definirlas como micro células dentro de una célula mayor o sistema social,
establecido conforme a unos cánones a los que éstas se someten en mayor o menor
medida. Cada una de ellas establecerá la relación oportuna con la sociedad
misma y con otras familias, siendo a su vez sus miembros elementos autónomos
que, aunque a veces disidentes con sus familiares, no podrán deshacer jamás ese
lazo de sangre que les une de por vida.
El novelista
estadounidense William Faulkner recalca
especialmente cual es esa sólida base donde se apoya en “Mientras agonizo” ("As I lay dying"), mientras nos sume en ese desvarío tragicómico en el que se
desenvuelve el relato. Los Bundren, lo
que esta familia en conjunto o a través de cada uno de sus miembros, es capaz
de transmitir, es el eje de esta alegoría de la condición humana, que por
convicciones de tal o cual naturaleza, acomete
empresas tan nobles como descabelladas. El
dramatismo anestesiado por ese punto de comicidad que
presuroso llega como tantas veces, instigado por invisibles y socarronas
fuerzas para quitar hierro al asunto, es otra de las bazas que juega Faulkner
en pos de armar una historia tan
grotesca como inverosímil.
La
muerte de la matriarca es el inicio de esta odisea en la
que todos y cada uno de los Bundren aportarán ese trocito de hilo con el que se
va tejiendo una historia que cada uno interpreta a su manera, que tiene como
vínculo morboso el cadáver de una madre y esposa que antes de morir observa
como uno de sus hijos se afana por acabar lo antes posible el ataúd en el que
será transportada al lugar donde, según su voluntad, quiere por fin descansar
en paz.
El comienzo de este
accidentado viaje se da la mano con el de las propias desventuras que Faulkner
nos tiene preparadas y que tanto y tan bien agradece cualquier tipo de lector,
ávido de suculentos contenidos que de las letras esperamos extraer, pero sobre
todo ávido de este o aquel estrambótico,
inesperado y emocionante suceso. Ingredientes fundamentales que el
novelista norteamericano tiene en cuenta y mezcla, agita, deja hervir y nos
sirve a destajo, sin darnos tiempo a saciarnos de entremeses, cuando ya vislumbramos
los platos fuertes. Y así, extrayendo esa porción de jugoso partido a cada
personaje, va enriqueciendo una trama que
lejos de enmarañarse, acaba convirtiéndose en un perfecto ensamblaje compuesto
por los Bundren, sus principios, su esperpéntico viaje, y sobre todo, por el modo tan visceral como sincero de transitar
los serpenteantes senderos de la vida. Pinchen en la imagen y déjense llevar. Referir también su acertado trasvase a la gran pantalla en 2013 ("El último deseo") de la mano de James Franco. Lean, vean y disfruten.