Hay relatos que nos hacen meditar muy mucho con respecto a la enrevesada e ininteligible actitud que el ser humano adopta con respecto a la posición que éste ocupa en determinada sociedad, estando la misma curiosamente ligada al rol que los demás congéneres que circundan nuestro hábitat inmediato moldean en cierto modo, para conformar digamos una especie de relaciones basadas en reacciones causa-efecto, que son a la postre esa sal de la vida que condimenta sentires y estares cotidianos.
"Historia de dos ciudades" es una de esas novelas que subrayan de forma especial ese principio de causa-efecto, teniendo como aditivo en gran medida una trama que se retroalimenta como si de una explosión en cadena se tratara, incidiendo en ese espacio-tiempo donde los distintos personajes interactúan, siendo estos la acción de aquellos, y aquellos la reacción de estos.
Charles Dickens elabora con gran maestría en este best seller esa tela de araña en la que tanto gusta en adherirse el lector de turno, dejándose atrapar por la emoción que cada hilo aporta a ese entramado que se estira y encoge si aplicamos el símil de alegrías y decepciones que la historia lleva intrínseca. Un hilo fuerte, bien pertrechado, utilizado a conciencia para que en ningún momento perdamos el mismo. Elemento indispensable para insuflar esa necesaria y placentera avidez a lectores hambrientos de emocionantes relatos. Independientemente de suscribir o condenar temas de índole político que la obra pudiera sugerir en la descripción de ciertos personajes de tal o cual ascendencia o linaje, o en la actitud o acciones de los mismos, hemos de traspasar de alguna manera ciertas lecturas encorsetadas en este tipo de asuntos superfluos para adentrarnos de lleno en lo que de verdadera importancia literaria nos ofrece esta novela.
Dos ciudades, París y Londres. La primera simbolizando el caos, la violencia, el odio. La segunda enarbolando la bandera de la paz, la armonía y la apacibilidad que el hombre acaba tarde o temprano arrebatándose a sí mismo. Un relato humano, con personajes que suben y bajan escalas sociales, traicionándose unos, sacrificando sus vidas otros, todo ello con el trasfondo de una revolución francesa que imprime ese contrapunto de venganzas y odios representados por sangrientas guillotinas, frente al amor de distinta índole que se profesan unos personajes que serán el sólido soporte donde se sustentan estas dos historias. Tiranías, lealtades, traiciones, nobles sentimientos y demás inherentes valores propios de la condición humana, dan forma a esta historia que por encima de todo, se aferra a la buena voluntad de los hombres como salvaguarda de todo estropicio que estos propicien a sus semejantes. Pinchen en la portada y enrédense en esta apasionante historia.
"Historia de dos ciudades" es una de esas novelas que subrayan de forma especial ese principio de causa-efecto, teniendo como aditivo en gran medida una trama que se retroalimenta como si de una explosión en cadena se tratara, incidiendo en ese espacio-tiempo donde los distintos personajes interactúan, siendo estos la acción de aquellos, y aquellos la reacción de estos.
Charles Dickens elabora con gran maestría en este best seller esa tela de araña en la que tanto gusta en adherirse el lector de turno, dejándose atrapar por la emoción que cada hilo aporta a ese entramado que se estira y encoge si aplicamos el símil de alegrías y decepciones que la historia lleva intrínseca. Un hilo fuerte, bien pertrechado, utilizado a conciencia para que en ningún momento perdamos el mismo. Elemento indispensable para insuflar esa necesaria y placentera avidez a lectores hambrientos de emocionantes relatos. Independientemente de suscribir o condenar temas de índole político que la obra pudiera sugerir en la descripción de ciertos personajes de tal o cual ascendencia o linaje, o en la actitud o acciones de los mismos, hemos de traspasar de alguna manera ciertas lecturas encorsetadas en este tipo de asuntos superfluos para adentrarnos de lleno en lo que de verdadera importancia literaria nos ofrece esta novela.
Dos ciudades, París y Londres. La primera simbolizando el caos, la violencia, el odio. La segunda enarbolando la bandera de la paz, la armonía y la apacibilidad que el hombre acaba tarde o temprano arrebatándose a sí mismo. Un relato humano, con personajes que suben y bajan escalas sociales, traicionándose unos, sacrificando sus vidas otros, todo ello con el trasfondo de una revolución francesa que imprime ese contrapunto de venganzas y odios representados por sangrientas guillotinas, frente al amor de distinta índole que se profesan unos personajes que serán el sólido soporte donde se sustentan estas dos historias. Tiranías, lealtades, traiciones, nobles sentimientos y demás inherentes valores propios de la condición humana, dan forma a esta historia que por encima de todo, se aferra a la buena voluntad de los hombres como salvaguarda de todo estropicio que estos propicien a sus semejantes. Pinchen en la portada y enrédense en esta apasionante historia.