Irrelevantes y del todo inútiles, son las manifestaciones de cualquier individuo o colectivo en su desesperado afán de protesta ante repetidas situaciones de injusticia, abusos y artimañas encaminadas a acallar voces incómodas y amordazarlas a golpes de decreto ley materializados en la más sucia de las represiones, en contra de un poder establecido que boga con el descaro más absoluto hacia su propio ostentoso bienestar, dejando claro por sus propias actuaciones que lo que predican a diario es simplemente un falso envoltorio el cual ya ni siquiera se preocupan en mantener bien sujeto.
El Gran Hermano que todo lo vigila, manipula y controla, se encarga de manera subliminal de ir tejiendo una serie de entramados tan sutílmente hilados que en tantas ocasiones su fastuosidad embelesa al ciudadano más avezado. Una maquinaria tan corrupta como inútil, lista para dirigir a sus rediles a una plebe saturada de promesas incumplidas y valores hechos añicos.
"1984", la novela que George Orwell publicara en junio de 1949, nos da una visión bien definida de lo que se halla en las entrañas de este monstruo autoritario que se alimenta de las mentes abducidas de sus fieles y apocados súbditos. Un régimen dictatorial que bien prodría asemejarse a cualquiera de los muchos estados que en la actualidad todavía utilizan el terror y la barbarie para perpetuar su privilegiado estatus durante el mayor tiempo posible, o lo que es más grave, a democracias encubiertas que, aposentadas en su honorable legitimidad en las urnas, campan a sus anchas en ese goloso universo que suponen poder y riquezas.
Orwell, con exquisita maestría, va perfilando las características de lo que nunca debe llegar a ser un gobierno para sus gobernados. En un futuro que no aparta la vista por un momento de un presente inspirador de todo lo que en la novela acontece y que de manera irónica se refleja en ministerios, lemas y ordenanzas de un estado que todo lo controla, apropiándose de la voluntad de todo el que ose desafiar a ese Gran Hermano, dueño y señor que vigila cada movimiento de posibles disidentes a los que hay que reeducar, inculcándoles una verdad impuesta, una verdad sólo demostrable con falsos y absurdos argumentos administrados paradójicamente por los torturadores del Ministerio del Amor.
Hay muchas situaciones, formas y contextos de este "1984", que de alguna manera, y desgraciadamente, coinciden con nuestro moderno y globalizado presente, en el que cada día se nos intenta convencer de que 2+2=5, sin que nos dejen opción alguna para rebatir esta y otras tantas grandes falacias orquestadas en pro del enriquecimiento de algunos y la miseria de muchos. Pinchen en la imagen y guárdense de tan siniestras garras.
El Gran Hermano que todo lo vigila, manipula y controla, se encarga de manera subliminal de ir tejiendo una serie de entramados tan sutílmente hilados que en tantas ocasiones su fastuosidad embelesa al ciudadano más avezado. Una maquinaria tan corrupta como inútil, lista para dirigir a sus rediles a una plebe saturada de promesas incumplidas y valores hechos añicos.
"1984", la novela que George Orwell publicara en junio de 1949, nos da una visión bien definida de lo que se halla en las entrañas de este monstruo autoritario que se alimenta de las mentes abducidas de sus fieles y apocados súbditos. Un régimen dictatorial que bien prodría asemejarse a cualquiera de los muchos estados que en la actualidad todavía utilizan el terror y la barbarie para perpetuar su privilegiado estatus durante el mayor tiempo posible, o lo que es más grave, a democracias encubiertas que, aposentadas en su honorable legitimidad en las urnas, campan a sus anchas en ese goloso universo que suponen poder y riquezas.
Orwell, con exquisita maestría, va perfilando las características de lo que nunca debe llegar a ser un gobierno para sus gobernados. En un futuro que no aparta la vista por un momento de un presente inspirador de todo lo que en la novela acontece y que de manera irónica se refleja en ministerios, lemas y ordenanzas de un estado que todo lo controla, apropiándose de la voluntad de todo el que ose desafiar a ese Gran Hermano, dueño y señor que vigila cada movimiento de posibles disidentes a los que hay que reeducar, inculcándoles una verdad impuesta, una verdad sólo demostrable con falsos y absurdos argumentos administrados paradójicamente por los torturadores del Ministerio del Amor.
Hay muchas situaciones, formas y contextos de este "1984", que de alguna manera, y desgraciadamente, coinciden con nuestro moderno y globalizado presente, en el que cada día se nos intenta convencer de que 2+2=5, sin que nos dejen opción alguna para rebatir esta y otras tantas grandes falacias orquestadas en pro del enriquecimiento de algunos y la miseria de muchos. Pinchen en la imagen y guárdense de tan siniestras garras.