En esta fecha señalada en la que cobran protagonismo los diferentes cultos y ofrendas dedicados a los que ya no están entre nosotros, y en la que la obligada visita a nuestros camposantos va perdiendo adeptos cada año en pro de otras putrefactas y sanguinolentas celebraciones, no podíamos dejar pasar la oportunidad de rendir un humilde homenaje póstumo a uno de los grandes creadores de algunas de las canciones que de alguna que otra manera en algún momento de nuestra existencia fueron parte crucial en nuestro modo de percibir la esencia de la vida, ese bucle perfecto que se enrosca en nuestros sentidos permitiéndonos acariciar por unos minutos esa magia intangible que solo la música puede aportarnos.
Lewis Allan Reed, más conocido como Lou Reed, ostentaba ese don, y como otros grandes de este bendito arte, no alardeaba de ello, simplemente creaba canciones para que los demás pudieran confluir con él en que eso era bueno, muy bueno. Tanto que, como a otros grandes genios, no se le reconocerían muchos de sus trabajos hasta años después. Tal es el caso de The Velvet Underground, el grupo que fundara en 1964, con el que nunca consiguió un éxito comercial aceptable, vendiendo solo 30.000 copias de su primer disco. Y es que a Lou, sencillamente, las listas de éxitos y las melodías talladas a golpe de marketing no le parecieron la mejor forma de componer lo que realmente quería que escucháramos. De esta época, temas como "Sweet Jane" o "Heroin" son buena prueba de porqué hoy en día se consideran discos de culto.
Años más tarde, ya en solitario, el chico que sufría electroshocks a la edad de catorce años para, según los eruditos de la época, "curarle" su tendencia homosexual, saca al mercado un disco que lleva su propio nombre, el cual tampoco acoge las simpatías de un público muchas veces mal influenciado por listas comerciales y demás productos musicales con grandes formas y poco o nada de fondo. Ya en 1972 con el lanzamiento de "Transformer", producido por David Bowie, empezaría a despuntar como ídolo de un pop muy particular gracias a temas como "Perfect day" o "Walk on the wild side". La temática de sus letras circulaba en torno a su propio mundo. Un mundo al margen de lo políticamente correcto, al que de una manera u otra se veía desplazado debido a su condición sexual y a sus escarceos con las drogas. Canciones oscuras, inmersas en callejones fríos, ambientes de prostitución y agujas asesinas, son temas recurrentes en un artista que ante todo es él mismo y sus particulares circunstancias, como así se refleja en el álbum "Berlin", de 1973. Después saldrían a la luz, entre otros, trabajos como "Sally can't dance", "Metal machine music", "Live: Take no prisoners" y "New York", este último una clara y rotunda crítica a una hipócrita y deshumanizada sociedad. En 2003, inspirado en la obra de Edgar Allan Poe, se publica el doble álbum "The raven", y en 2007 aparece "Hudson river wind meditation", su último disco de estudio, donde el yoga cobra un total protagonismo. Ya en 2011 una extraña pero productiva colaboración con Metallica, da como resultado "Lulu".
El padre para muchos del rock alternativo nos decía adiós el pasado día 27 . A un servidor sólo le queda desearle en este día de culto a los que ya no están que allí donde se encuentre pueda disfrutar de un "perfect day". Pinchen en las respectivas portadas de algunos de sus discos más representativos. Disfruten.
Lewis Allan Reed, más conocido como Lou Reed, ostentaba ese don, y como otros grandes de este bendito arte, no alardeaba de ello, simplemente creaba canciones para que los demás pudieran confluir con él en que eso era bueno, muy bueno. Tanto que, como a otros grandes genios, no se le reconocerían muchos de sus trabajos hasta años después. Tal es el caso de The Velvet Underground, el grupo que fundara en 1964, con el que nunca consiguió un éxito comercial aceptable, vendiendo solo 30.000 copias de su primer disco. Y es que a Lou, sencillamente, las listas de éxitos y las melodías talladas a golpe de marketing no le parecieron la mejor forma de componer lo que realmente quería que escucháramos. De esta época, temas como "Sweet Jane" o "Heroin" son buena prueba de porqué hoy en día se consideran discos de culto.
Años más tarde, ya en solitario, el chico que sufría electroshocks a la edad de catorce años para, según los eruditos de la época, "curarle" su tendencia homosexual, saca al mercado un disco que lleva su propio nombre, el cual tampoco acoge las simpatías de un público muchas veces mal influenciado por listas comerciales y demás productos musicales con grandes formas y poco o nada de fondo. Ya en 1972 con el lanzamiento de "Transformer", producido por David Bowie, empezaría a despuntar como ídolo de un pop muy particular gracias a temas como "Perfect day" o "Walk on the wild side". La temática de sus letras circulaba en torno a su propio mundo. Un mundo al margen de lo políticamente correcto, al que de una manera u otra se veía desplazado debido a su condición sexual y a sus escarceos con las drogas. Canciones oscuras, inmersas en callejones fríos, ambientes de prostitución y agujas asesinas, son temas recurrentes en un artista que ante todo es él mismo y sus particulares circunstancias, como así se refleja en el álbum "Berlin", de 1973. Después saldrían a la luz, entre otros, trabajos como "Sally can't dance", "Metal machine music", "Live: Take no prisoners" y "New York", este último una clara y rotunda crítica a una hipócrita y deshumanizada sociedad. En 2003, inspirado en la obra de Edgar Allan Poe, se publica el doble álbum "The raven", y en 2007 aparece "Hudson river wind meditation", su último disco de estudio, donde el yoga cobra un total protagonismo. Ya en 2011 una extraña pero productiva colaboración con Metallica, da como resultado "Lulu".
El padre para muchos del rock alternativo nos decía adiós el pasado día 27 . A un servidor sólo le queda desearle en este día de culto a los que ya no están que allí donde se encuentre pueda disfrutar de un "perfect day". Pinchen en las respectivas portadas de algunos de sus discos más representativos. Disfruten.