La música activa la misma zona cerebral que la alimentación y el sexo, por eso debemos pensar que puede aportarnos grandes dosis de felicidad. A su vez también debemos tener en cuenta que no todos percibimos la música de igual manera, y que por lo tanto ésta no produce el mismo efecto en cada persona. Las causas de esta desigual percepción son diversas y a la vez curiosas. El simple hecho de que seamos zurdos o diestros, o que estemos situados en un lugar o en otro respecto al foco del sonido, o incluso el idioma utilizado para comunicarnos, pueden influir en cómo percibimos las diferentes notas musicales.
Muchas veces nos hemos preguntado por qué una canción cualquiera, de cualquier estilo, puede llegar a suscitar tantas opiniones tan dispares entre sí, siendo alabada por unos y mal calificada por otros. Aparte de la desigual sensación al escuchar un mismo sonido por diferentes personas, otros factores de igual o más importancia juegan un papel fundamental en el resultado final que percibiremos en nuestro cerebro. Estos son, por ejemplo, el timbre de voz de nuestra madre o de las personas que escuchamos en nuestra primera infancia, la música y sonidos que forman parte del entorno en el que crecemos, y también cómo se mencionó antes, el idioma y la cultura de donde provenga el individuo.
Es un hecho comprobado que la música activa ciertas regiones del cerebro ayudando a su mejor desarrollo en niños que la escuchan habitualmente, y curiosamente las matemáticas se le darían mejor a un niño vinculado a menudo a la música, puesto que desarrollan las mismas áreas cerebrales. No tenemos excusa para perdernos ninguna nota.
Charlie 72
Muchas veces nos hemos preguntado por qué una canción cualquiera, de cualquier estilo, puede llegar a suscitar tantas opiniones tan dispares entre sí, siendo alabada por unos y mal calificada por otros. Aparte de la desigual sensación al escuchar un mismo sonido por diferentes personas, otros factores de igual o más importancia juegan un papel fundamental en el resultado final que percibiremos en nuestro cerebro. Estos son, por ejemplo, el timbre de voz de nuestra madre o de las personas que escuchamos en nuestra primera infancia, la música y sonidos que forman parte del entorno en el que crecemos, y también cómo se mencionó antes, el idioma y la cultura de donde provenga el individuo.
Es un hecho comprobado que la música activa ciertas regiones del cerebro ayudando a su mejor desarrollo en niños que la escuchan habitualmente, y curiosamente las matemáticas se le darían mejor a un niño vinculado a menudo a la música, puesto que desarrollan las mismas áreas cerebrales. No tenemos excusa para perdernos ninguna nota.
Charlie 72