De la adaptación de la novela de John D. McDonald, nace en 1962 este thriller llamado "El cabo del terror", del cual treinta años después, Martin Scorsese facturaría un exquisito remake. La trama gira en torno a un ex-presidiario, Max Cady, interpretado por Robert Mitchum, y a Sam Bowden, abogado, encarnado por Gregory Peck, y su familia, que se ven acosados por Cady en represalia por los años de prisión a los cuales fue condenado por "culpa" de Bowden. El film, dirigido por J. Lee Thompson, no deja lugar a un segundo de relax emocional, quedando patente en cada escena, el empeño del director en no perder nunca la atención ni el sobresalto del espectador. La pareja protagonista, tanto Mitchum, que se presta a dar a su personaje ese toque distintivo que sólo las grandes estrellas pueden aportar, garantizando el éxito del film, sin necesidad de valorar otros aspectos, como su contrapunto, Gregory Peck, que borda su interpretacíón en este caso del hombre recto y honorable en defensa de su familia, son el ingrediente pricipal de esta trama. Como anécdota, mencionar que Mitchum rechazó en principio el papel que Thompson le había ofrecido, y éste le mando a su casa una botella de bourbon. Horas más tarde Mitchum llamó al director diciendo: "De acuerdo, me he bebido todo el bourbon, lo haré".
Charlie72
"Una película basada en hechos reales". Normalmente, cuando esta frase sirve como carta de presentación de una peli, suelo correr tanto como puedo en dirección contraria a la pantalla. La misma sensación de pánico tuve al visionar el cartel, temiendo un remake de "Esencia de mujer" a la francesa. Lo normal es que ocurra al contrario, asistiendo a innumerables y penosas versiones "a la americana" de brillantes filmes originarios de países extranjeros. En fin, que esta peli tenía todos los ingredientes para engrosar mi lista de "películas prescindibles". Aun así me he atrevido a verla de forma totalmente temeraria lanzándome al vacío cual piloto de parapente.