No, no lo habíamos soñado. El Scorsese clásico, el de "Uno de los nuestros" y "Malas calles" , ha vuelto a la esencia. Cuando ya muchos lo daban por perdido para la causa, se aferra de nuevo a la cámara con energía envidiable para regalarnos otro capítulo más, este quizá más brillante por inesperado, de ese mundo propio en el que se mueve a la perfección. Y vuelve a él con convicción plena. A ese universo, en este caso biográfico, en que las vidas peligrosas, las traiciones magníficas y el poso de tristeza consiguen que el espectador se enamore de personajes que en otras circunstancias serían dignos de cualquier odio enconado. El alma de los perdedores redimidos al entregarse a malas praxis que acaban desvelándose imprescindibles para la supervivencia . En el reencuentro con la tríada mágica formada por Robert de Niro , Al Pacino y Joe Pesci (este último rescatado de un retiro voluntario que ya ocupaba más de dos décadas), el director demuestra el virtuosismo
Siempre he tenido dificultad, supongo que como la mayoría de quienes lean estas líneas, para memorizar los nombres asiáticos. En coreano dicen que a menudo se confunde el orden de nombres, apellidos o incluso apodos asignados en función de la familia. El caso de Chan-Wook Park (o Pak Chan-uk, que sería más fiel al original según su lengua materna) podría ser uno más en dicho equívoco de no ser porque así bautizaron a un pequeño genio nacido en Seúl (Corea del Sur) hace más de medio siglo que lleva haciendo cine desde 1992 sin que el mundo occidental en su mayoría se haya dado cuenta. Vean "Stoker" (2013), rodada en USA, o "La doncella" (2016), dos de sus últimas muestras de cine perverso y amoral, y empiecen a cautivarse como yo.